Desarrollo cerebral en los primeros años ¿cómo es? – Parte I

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Desarrollo cerebral en los primeros años ¿cómo es? – Parte I

Álvaro Bilbao nos explica en su libro “El cerebro del niño explicado a los padres” unas pequeñas pinceladas para entender cómo funciona el cerebro de los niños en las primeras etapas de su vida.

En el cerebro adulto, las neuronas se encuentran conectadas entre sí a través de millones de conexiones -lo que se traduce en aprendizajes, experiencias, recuerdos- que se van realizando con los años. En el cerebro del bebé, estas conexiones son muy básicas. Cada vez que interactuamos con nuestros hijos, ya sea con un abrazo, con una palabra o un juego, este va realizando conexiones que le van a acompañar siempre.

Por otro lado, la corteza cerebral, la parte más externa del cerebro, está dividida en dos hemisferios, derecho e izquierdo. Sabemos que el derecho se dedica a interpretar el lenguaje no verbal, crea impresiones rápidas tiene visión de conjunto, es más intuitivo, y emocional. Se relaciona con la parte artística también. El hemisferio izquierdo es el dominante en la mayoría de las personas y ahí se encuentra la capacidad para hablar, leer o escribir, recuerda los nombres de las personas, ejerce el autocontrol y nos ayuda a razonar a través de reglas y sistemas. Tiene fama de ser el racional, lógico, positivo y controlador. Toma el control de la mano derecha. Todos necesitamos potenciar ambas partes del cerebro para tener un desarrollo pleno y que influyan en el desarrollo emocional de una manera positiva.

Con los años de evolución, el cerebro ha ido desarrollado capas más complejas a partir del cerebro más primitivo que se ocupa de las funciones más básicas -comer, dormir, evitar peligros-. Álvaro Bilbao lo llama “tres cerebros en uno” y los divide de la siguiente manera:

  • Cerebro reptiliano: es el más primitivo de todos y se encuentra en la parte inferior. Su función principal es la supervivencia y lo compartimos con los reptiles. Las funciones de las que se ocupa son el latido del corazón, la respiración, detecta los cambios de temperatura y las señales de hambre.
  • A continuación, encontramos otra estructura que tiene que ver con la parte emocional. Fue desarrollado por los mamíferos y empezó distinguiendo emociones/estados agradables de los desagradables. Así, esta parte se activa para buscar la parte agradable (personas, situaciones, relaciones, etc.) y para evitar estados desagradables (peligros, amenazas, situaciones que nos dan miedo).
  • La parte más nueva, evolutivamente hablando, es el cerebro racional o superior. Es donde se producen las operaciones cognitivas más complejas: la conciencia de nosotros mismos, comunicarnos, razonar, tomar decisiones basadas en razonamientos.

En el niño, son los cerebros emocional y reptiliano los que están más presentes. Hasta el primer año de vida, es la parte con la que se relacionan los padres. De nada sirve razonar con ellos o argumentar lógicamente, eso vendrá después. Toca satisfacer las necesidades más básicas y producir confort y bienestar. A partir del primer año de vida, la parte emocional ya empieza a convivir con la reptiliana, y a partir del tercer año ya entra en escena la parte racional -pero, por supuesto, de una manera básica porque se está desarrollando y es incipiente-. El padre/madre inteligente es aquel capaz de detectar con qué parte de su hijo está hablando para poder estar al nivel que en ese momento necesita. Por supuesto, esto no es fácil. Tener en cuenta estos tres niveles de procesamiento cerebral puede ser de gran utilidad para ayudarle a calmarse y adaptarse a las situaciones cotidianas.

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