Sobre las emociones (parte III): el Enfado

Sobre las emociones (parte III): el Enfado

El enfado es una emoción considerada primaria que forma parte de nuestro repertorio más básico. Usualmente observamos en sesión que el enfado se confunde con agresividad, con gritar o con faltar el respeto. Numerosas veces los pacientes nos dicen “yo nunca me enfado” y la respuesta siempre es la misma: eso es imposible.

Cuando nos enfadamos podemos observar como nuestro cuerpo se altera: el ritmo cardiaco se acelera, nuestros músculos se tensan, aparece una sensación de nerviosismo… a nivel cognitivo nos invaden pensamientos relacionados con la “lucha” (por ejemplo, decir que algo no nos parece bien, imaginarnos discutiendo con una persona, etc). La raíz de esta emoción es una reacción ante algo que nos parece injusto y que nos impulsa a movilizarnos en contra. Tiene mucho que ver con nuestros límites y es una emoción que moviliza mucho a la acción (la tristeza, por ejemplo, nos inactiva más). Suele estar considerada de diferente manera en función del género: a los hombres se les legitima más y se vincula con la independencia, autonomía o el liderazgo, rasgos importantes dentro de la masculinidad. Se les da más permiso social para expresar esta parte. Por el contrario, históricamente ha sido una emoción negada a las mujeres, las cuales siguen teniendo problemas a la hora de gestionar esta emoción porque no están acostumbradas a dar voz a esta parte.

Es muy importante entender que el enfado no es una emoción “mala” de la que tenemos que huir. Al revés, nos ayuda mucho a identificar partes de la situación que están pudiendo ir en contra de nuestros límites o que no son justos. Sí que es una emoción incómoda y que genera malestar. Los problemas que solemos ver relacionados con esta emoción son: dificultad para identificarla, es decir, el paciente sabe que algo le causa malestar pero no le pone el nombre de enfado, por lo que no lo puede canalizar de una forma adecuada o adaptativa. Otro problema que vemos es la falta de expresión, es decir, el paciente sabe que está enfadado pero siente que no puede o que no sabe cómo decirlo. Y, por último, vemos que hay personas que no saben regularse y pueden llegar a ser agresivas porque no saben cómo vivir esta emoción de una manera más tranquila.

Como todas las emociones, el enfado tiene una función y nos ayuda. Es importante escucharlo cuando aparece, calmarnos y preguntarnos ¿qué me ha provocado esta emoción? ¿qué necesito para calmarla? ¿por qué me siento así? ¿qué puedo hacer? En Orukami psicología a través de nuestras terapias individuales os podemos ayudar con ella.

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